Educación

La enseñanza de la ingeniería ¿Por qué estamos donde estamos?

Nota editorial:
Éste artículo es el cuarto de la serie: Reflexiones sobre el futuro de la enseñanza de la ingeniería. Y continuación de: La enseñanza de la ingeniería ¿Dónde estamos realmente?

La diagnosis sobre el porqué de la consideración de la sociedad hacia nuestra profesión muy a menudo apunta hacia nuestra incapacidad para comunicar el valor añadido de nuestras aportaciones. Miranda Housden, directora en la Institution of Civil Engineers en Londres, escribía recientemente [1] en la revista New Civil Engineer (NCE) que por nuestra naturaleza, los ingenieros quedamos siempre detrás de la escena, al contrario que los arquitectos, los cuales saben vender muy bien sus éxitos. Sin embargo, no me parece que éste sea el motivo principal de la mayor visibilidad de la que goza este colectivo en comparación con la de los ingenieros. Por nuestra formación, los ingenieros nos sentimos más cómodos si podemos permanecer en la terra alta; pensamos que tenemos el trabajo hecho cuando hemos entregado a nuestros clientes las soluciones que consideramos que son óptimas desde el punto de vista técnico para que ellos terminen decidiendo. No pongo en cuestión que la capacidad de comunicación y persuasión de los arquitectos es, en general, superior a la de los ingenieros, pero creo que es más relevante el hecho de que la formación que reciben está más orientada a prepararlos para concebir y desarrollar soluciones adaptadas a los requerimientos particulares de cada circunstancia, adoptando una aproximación holística que reconoce la unicidad, la incertidumbre, la complejidad y la inestabilidad que caracteriza a las conflictivas situaciones que se dan en la compleja terra baixa. Finalmente, los arquitectos han desarrollado una cultura de su profesión muy superior a la cultura de los ingenieros. Es por este motivo que creo que la proyección social que tienen es más elevada que la nuestra: están más preparados para incorporar factores no técnicos y manejar las situaciones conflictivas que se plantean en el mundo real. Su lenguaje también habla de hormigón, acero, estructuras e instalaciones, pero su proceso de trabajo y, por supuesto, su discurso, incorporan también consideraciones sobre las emociones, los sentimientos, la simbología o la integración en el entorno, conceptos que resultan mucho más cercanos a los clientes y usuarios de nuestras obras.

Xavier Font 06

Mientras la formación que recibimos los ingenieros no nos prepare adecuadamente para defendernos en la terra baixa, las posibilidades de asumir posiciones de liderazgo en la sociedad siempre serán muy limitadas. Los ingenieros no somos científicos, nuestro sitio debería estar en una posición intermedia entre la terra alta y la terra baixa. Deberíamos tener la capacidad de involucrarnos y liderar la resolución de los problemas reales en toda su complejidad. Las simplificaciones de los modelos son para los científicos, pero para nosotros la ciencia no es un fin sino un instrumento —muy potente pero no el único a nuestra disposición— para comprobar que nuestras intuiciones son acertadas. Pero una formación basada en la resolución de problemas bien definidos no nos prepara en absoluto para dar respuesta a los problemas reales. La realidad no se presenta en forma de enunciados, sino que éstos deben ser identificados a partir de los materiales suministrados por las propias situaciones conflictivas a las que los profesionales nos enfrentamos en nuestro día a día. Cuando algo no funciona, a veces es tan difícil la formulación del problema como el hallazgo de una solución, que nunca es LA SOLUCIÓN, sino una de las muchas posibles. Las situaciones conflictivas de la realidad no tienen solución única, sino que, me atrevería a decir, tienen infinitas soluciones, y nuestra tarea es encontrar una solución de compromiso suficientemente satisfactoria ante los objetivos que se busca alcanzar y la multitud de requerimientos que hayamos sido capaces de identificar. Y esto lo hacemos a través de un proceso que llamamos diseño.

Pero aprender a diseñar es una tarea larga y difícil que en muy pocas escuelas de ingeniería se enseña, como si fuera algo fácil e inmediato tras el aprendizaje académico, y el resultado es que en general los ingenieros no sabemos diseñar. De hecho, muchos han salido de la escuela sin haber tenido que diseñar nada durante toda la carrera. Se confunde saber calcular con saber diseñar, y la realidad es que «entre el análisis del especialista, metódico y sistemático, y la síntesis creadora y prospectiva hay un salto conceptualmente evidente; son procesos mentales totalmente diferentes» [2]. De la formación que recibimos resultan lo que podríamos llamar ingenieros de recetario, de input/output, con una capacidad limitada para aportar valor añadido a los procesos de concepción y realización infraestructuras. Tenemos un recetario de soluciones que aplicamos con más o menos acierto a las situaciones que se nos plantean. Situaciones que muchas veces no sabemos captar en toda su complejidad, y como resultado las soluciones que proponemos demasiado a menudo no dan respuesta a los múltiples requerimientos que la compleja realidad nos impone. Y si no somos capaces de darle un vuelco a la presente situación, si no damos respuesta a las necesidades reales de la sociedad e incorporamos factores no técnicos a los procesos de búsqueda de soluciones, ella misma se encargará de buscar —de hecho ya hace tiempo que empezó a hacerlo— los profesionales con los perfiles más adecuados para liderar los procesos de transformación que hasta hace poco nos habían sido reservados a los ingenieros.

Referencias bibliográficas:

[1] Housden, M., Celebrating our achivements. London. New Civil Engineer magazine, 16-23/12/2010.
[2] Font X. i Ulied, A., folleto divulgativo del curso de especialización Diseño Creativo en la Ingeniería. Col.legi d’enginyers de camins, canals i ports de Catalunya. Septiembre-Octubre 2008.

Nota editorial:
Éste es el cuarto de una serie de artículos que forman un conjunto:

  1. Reflexiones sobre el futuro de la enseñanza de la ingeniería.
  2. La enseñanza de la ingeniería ¿Cómo hemos llegado donde estamos?
  3. La enseñanza de la ingeniería ¿Dónde estamos realmente?
  4. La enseñanza de la ingeniería ¿Por qué estamos donde estamos?
  5. La enseñanza de la ingeniería ¿Hacia dónde vamos si no hacemos nuevos planteamientos?
  6. El diseño en las escuelas de ingeniería.
  7. El proyecto: objetivo central del oficio del ingeniero.
  8. La enseñanza de proyectos: una oportunidad para mejorar las capacidades de los alumnos para liderar procesos de diseño.
  9. Reflexiones sobre la formación de la ingeniería y el futuro de la enseñanza. Para terminar.
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8 Comments

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  8. ENRIQUE MANDADO says:

    Creo que coincidimos en muchos puntos de vista
    El proyecto es muy importante para los ingenieros civiles pero para otros como por ejemplo los electrónicos o los mecánicos el diseño de productos es lo más importante. Lo explico en el artículo «Los ingenieros no somos científicos» disponible por búsqueda directa en Google.

    Podríamos intercambiar puntos de vista

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