Educación

La enseñanza de la ingeniería ¿Dónde estamos realmente?

Nota editorial:
Éste artículo es el tercero de la serie: Reflexiones sobre el futuro de la enseñanza de la ingeniería. Y continuación de: La enseñanza de la ingeniería ¿Cómo hemos llegado donde estamos?

Como resultado de esta situación, en los ingenieros formados bajo el modelo dominante de enseñanza se configura una topografía mental formada por una terra alta, donde se estudian problemas bien definidos, en los que es posible la aplicación rigurosa del conocimiento surgido de la investigación científica, y una pantanosa terra baixa (ver nota 1), donde las situaciones constituyen un amasijo imposible de resolver con soluciones que sean meramente técnicas. La realidad es que por muy interesantes que puedan ser los problemas técnicos planteados en la terra alta, estos resultan totalmente irrelevantes para la sociedad a la que servimos, a la que lo que realmente le preocupa son los conflictos de la enrevesada terra baixa. La terra alta y la terra baixa representan las dos posiciones extremas de lo que Donald Shon define como el dilema entre el rigor y la relevancia [1] que se nos plantea a muchos profesionales, no sólo del sector de la construcción: ¿es necesario que los ingenieros nos mantengamos en la terra alta, donde podemos desarrollar nuestra praxis de forma rigurosa, limitados, sin embargo, a tratar problemas de una importancia social reducida, o bien debemos descender a la terra baixa y enfrentarnos a los retos y problemas más relevantes para la sociedad, reconociendo, sin embargo, que no será posible una aplicación estricta del que nosotros entendemos por rigor técnico? La primera opción seguramente nos condena a una posición subordinada donde las grandes decisiones, las que son realmente relevantes, las toman otros profesionales con un perfil más en línea con la segunda opción, tal como se quejaba recientemente el lector Bruce Latimer [2] en la sección Letters del New Civil Engineer magazine: «Architects have taken over leadership in projects as diverse as bridges, pylons and estuary crossings without any hint of resistance from the ICE Council or recent presidents«. En la misma línea el lector Lance Fogg [3], director de Arena Associates, iba más lejos y escribía: «The civil engineer has already lost in many ways, not just to architects, but to planners, “managers”, accountants and even human resource managers. Al these are recruited nowadays to take over the roles that were once labelled either county surveyor, borough engineer, project manager, engineering director, etc«. Quizás la sociedad no se fía de lo que podemos hacer ni tampoco sabe demasiado cuál es el valor añadido que los ingenieros podemos aportar. Nuestro discurso se explicita poco, pero cuando se hace, muy a menudo satisface poco.

Xavier Font 17

Dos ejemplos, aunque anecdóticos pero que reflejan la manera en que una parte de la sociedad ve y valora nuestro trabajo, son los siguientes.

A finales del 2011, a las carteleras de cine españolas se podía ver la película Margin Call, del director J.C. Chandor, que muestra a las figuras clave de un banco de inversión durante las veinte y cuatro horas anteriores al inicio de la crisis financiera de 2008. En ésta, los dos personajes que, a través de complejos modelos matemáticos que solo entienden ellos, se percatan de la inminencia de un colapso financiero de dimensiones planetarias son un ingeniero civil sénior —que incluso a su juventud había proyectado un puente— y un ingeniero aeroespacial junior. En la película se nos presentan como unos personajes con cierta ingenuidad que, a cambio de una remuneración económica impensable si hubieran seguido una carrera como ingenieros, ponen su brillante talento en el dominio de las matemáticas al servicio de unos personajes sin escrúpulos, que son, sin embargo, los que toman las decisiones realmente importantes. Se destaca especialmente el talento matemático de estos dos ingenieros, pero en el fondo se les trata con cierta condescendencia, pues si bien es verdad que a través del trabajo que hacen pueden acceder a un nivel económico muy respetable, se deja muy claro que a pesar de su talento están condenados a ocupar una posición subordinada dentro de la jerarquía del banco, y que para llegar a una posición de verdadero liderazgo incluso un excesivo dominio de los números puede ser un estorbo. Esto se pone especialmente de manifiesto en la escena en la que el presidente del consejo de administración del banco le pide al ingeniero junior que le explique lo que está pasando, pero que sobretodo lo haga con un lenguaje comprensible incluso para un niño, pues si él ocupa la posición que ocupa no lo es por su inteligencia sino por su capacidad de intuir hacia dónde conducirán los acontecimientos. Lo cierto es que a lo largo de la historia lo que ha hecho grandes a los grandes ingenieros raramente ha sido su habilidad con los números sino el tener una visión, una capacidad para fijarse retos, saber encontrar los recursos y escoger las herramientas necesarias para alcanzarlos. Así lo ponía de manifiesto recientemente Merlin Kirschenman, profesor emérito de la North Dakota State University [4]: «Many civil engineers in industry want more non-technical professional and leadership knowledge and skills integrated into the engineering education raise the bar effort. […] The non-technical component of engineering is more important than the technical component for the success of an engineer as a Leader and Master Builder as discussed in the ASCE VISION«.

El segundo ejemplo se refiere a North Sheen Level Crossing Footbridge Competition, que ha sido un concurso de ideas organizado a principios de este año 2012 para la construcción de una pasarela peatonal que debería sustituir un paso a nivel existente en Richmond-upon-Thames, en las afueras de Londres. Creo que es una anécdota bastante significativa de hasta qué punto la sociedad se fía poco del valor que los ingenieros podemos aportar al proceso de concepción de infraestructuras: Network Rail, la administración responsable de la infraestructura ferroviaria en el Reino Unido, encargó el proyecto de una pasarela peatonal sobre una línea de ferrocarril a la empresa Tony Gee and Partners, prestigiosa consultora de ingeniería de puentes. Ante la muy baja calidad estética y nula integración en su entorno de la —seguramente impecable desde el punto de vista estrictamente técnico—propuesta presentada, la asociación política Richmond Park & North Kingston Conservative, junto con el miembro del Parlamento Zac Goldsmith, lanzaron un concurso de ideas para un diseño alternativo abierto al público en general, con la idea de que: «The community will now get a say in the type of bridge they want; with this competition they can even design it«, según palabras de Katharine Harbone, Councillor of London Borough of Richmond- upon-Thames. Ya no sólo se puede llegar a pensar que el diseño de las obras públicas puede estar en manos de profesionales ajenos al mundo de la ingeniería civil, sino que se llega al extremo de considerar que cualquier persona equipada con papel, lápiz y un cierto talento puede, no solo decir su opinión, sino diseñar algo mejor que lo que han desarrollado expertos ingenieros especialistas en la materia.

Nota 1: Referencia a la obra Terra Baixa de Àngel Guimerà, en la que se contrapone de forma simbólica una idílica terra alta, caracterizada por su pureza y su bondad, y la enrevesada terra baixa, reflejo de una sociedad compleja dominada por la explotación y el materialismo.

Referencias bibliográficas:

[1] Schön, D.A. The Reflective Practitioner. How Professionals Think in Action. New York. Basic Books, 1983.
[2] Letters: Will civil engineering survive as a respected profession in the UK? London. New Civil Engineer magazine, 09/06/2011.
[3] Letters: Civil engineers must reassert and redefine their place in society. London. New Civil Engineer magazine, 16/06/2011.
[4] Kirschenman, Merlin. Importance of the non-technical professional component of engineering education. LME Live, the blog fot he Leadership and Management in Engineering, ASCE, Jul. 2011.

Nota editorial:
Éste es el tercero de una serie de artículos que forman un conjunto:

  1. Reflexiones sobre el futuro de la enseñanza de la ingeniería.
  2. La enseñanza de la ingeniería ¿Cómo hemos llegado donde estamos?
  3. La enseñanza de la ingeniería ¿Dónde estamos realmente?
  4. La enseñanza de la ingeniería ¿Por qué estamos donde estamos?
  5. La enseñanza de la ingeniería ¿Hacia dónde vamos si no hacemos nuevos planteamientos?
  6. El diseño en las escuelas de ingeniería.
  7. El proyecto: objetivo central del oficio del ingeniero.
  8. La enseñanza de proyectos: una oportunidad para mejorar las capacidades de los alumnos para liderar procesos de diseño.
  9. Reflexiones sobre la formación de la ingeniería y el futuro de la enseñanza. Para terminar.
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