Platón definía la belleza como aquella capacidad innata del alma humana para apreciar lo agradable o que le producía placer, pero ¿qué pueden hacer los ingenieros para proyectar obras más bellas y con una estética elaborada?
Muchos afirman que la solución es cultivarse, en el sentido formativo, para ser más cultos en el análisis de formas. Y es que para la RAE, por definición, la estética no es un concepto meramente humanista, es una ciencia que trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del arte, una belleza como propiedad de las cosas que hacen amarlas. Por otro lado Le Corbusier afirmaba que la «Belleza Perfecta« de una obra o estructura es aquella que refleja la función de la misma y que por tanto es inmutable.
Posteriormente se ligaron estos conceptos a la cultura pero probablemente el sentido innato de la belleza no se pueda enseñar en las Escuelas de Ingeniería Civil como una asignatura más. Pese a ello Jose Antonio Fernandez-Ordóñez mostraba en sus clases diapositivas de pintura, arquitectura, escultura, etc. y explicaba sobre dichas diapositivas los conceptos artísticos que las mismas contenían con la intención de introducir a los alumnos en la apreciación del arte. Además para él los conceptos de forma y función eran uno mismo y es que eso debía ser así para que el resultado fuese una buena y bonita obra correctamente construida.
Muy a menudo se habla de la enseñanza del análisis de formas y las herramientas del diseño como una asignatura que podría entrar en el plan de estudios y resulta que eso sí se puede enseñar. Permite distinguir los conceptos generales que no constituyen reglas propiamente dichas si no reflexiones de carácter general para enmarcar la creación en su entorno. Lamentablemente estos aspectos más humanistas son lo que primero se elimina de los planes de estudios cuando se priman otros aspectos formativos y no a una posible cátedra de tipología estructural o de Arte y Estética pero sí centenares de elementos finitos.
Me pregunto, ¿qué es mejor, intentar encajar e integrar formalmente las obras en el entorno o, por el contrario, crear un nuevo entorno con las obras presentes? La respuesta no es única y depende de muchos factores. Tal vez la arquitectura está más cerca de crear formas bellas que crean entorno y en menor medida de adaptarse al entorno; al fin y al cabo la adaptación de un edificio urbano a su entorno es la adaptación a un entorno creado previamente precisamente por otros edificios.
La ingeniería esencialmente es transformadora de la naturaleza, procura lidiar con ella para hacer que el hombre tenga un camino más cómodo por su entorno. Sin embargo tampoco es precisamente respetuosa con el entorno dado que lo transforma y humaniza para hacerlo más confortable siendo poco ecologistas, pero eso sí, con medidas compensatorias.
La impresión de una obra depende principalmente del punto de vista, más lejos o más cerca, de las formas y proporciones más generales hasta las texturas y los detalles de diseño milimétrico, con sus posibles defectos debidos a la durabilidad. Así pues muchos diseñadores piensan más en cómo se percibirá la obra y la diseñan en relación a ese concepto.
Se parte de un estudio bidimensional para llegar a un elemento de tres dimensiones: rectas y curvas que crean superficies y finalmente volúmenes. Pues de todo ello lo que destaca principalmente es el tamaño como una propiedad relativa, no absoluta, dado que depende de sus formas cercanas del entorno.
Generalmente en ingeniería existen formas básicas (o platónicas) dónde fundamentalmente sus caras son polígonos de lados iguales, pero dese ya hace unos años se tiende a usar formas modernas (o de confluencia) como una creación a partir de las anteriores modificando sus dimensiones y proporciones originales. Estas formas pueden estar distanciadas, unidas, tangentes, con intersecciones o partes sustraídas. Todas estas combinaciones pueden generar nuevas formas a partir de las clásicas pero conservando su esencia original más humanista.
Con todo ello definido se pasa a la interrelación de formas, el color, la textura, etc. y todas las propiedades de detalles finales. También existen otras propiedades no tan clásicas como la radiación, la gradación, el ritmo, las anomalías, etc. y es que no todas las propiedades se enmarcan dentro del concepto físico que tenemos.
En algunas ocasiones se parte de una base en la que se quiere un puente singular para un entorno pero al mismo tiempo se impone que el presupuesto no ha de ser desorbitado, como ocurre tantas veces con los puentes singulares. Para logar ambos objetivos se requiere primeramente de la experiencia pero también del uso criterios generales que no son parte de la formación recibida sino de lo que uno haya cultivado externamente.
Aunque la tipología estructural sea óptima para grandes luces es bien sabido que si se diseña esa misma tipología con luces relativamente pequeñas el coste es menor. Por otro lado para realizar estos puentes singulares siempre se requiere de algún tipo estructural que no sea puramente funcional sino con un cierto grado estético.
Siempre hay que estudiar el contexto y el lugar para entender qué es singular, es posible que lo singular para unos pueda considerarse estándar para otros. Y es que singular se refiere a la opinión o sensación que produce en el espectador, y en consecuencia, todo elemento singular debe ser visto para producir esas sensaciones en el ciudadano.
Elevadas alturas, grandes luces y monumentales excavaciones, arcos longitudinales y transversales por encima del tablero, formas complejas y materiales especiales, tecnologías y procesos constructivos complicados, estructuras laminares y de hormigón visto. Pero ¿qué es más singular?
Referencias
[1] A.A.V.V. La Belleza de las obras de ingeniería. Ponencia del 1er Congreso de Estética e Ingeniería Civil. Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Coruña, 2006.
[2] S. PEREZ-FADÓN MARTÍNEZ. La estética, la belleza y el diseño. Ponencia del 2º Congreso Internacional de Matemáticas en la Ingeniería y la Arquitectura. Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, 2003.
[3] G. COLLELL MUNDET. José Antonio Fernández Ordóñez: Puente hacia el Arte. Dobooku, 2015.