Urbanismo

¿Por qué peatonalizar? Porque ya no se fuma en los bares

El debate actual sobre el proceso de peatonalización que han iniciado algunas ciudades, y que por estas latitudes está teniendo polémica alrededor de las supermanzanas en Barcelona o la peatonalización de la Gran Vía en Madrid, mezcla en realidad dos niveles de discusión y análisis. Continuar mezclándolos no ayuda ni a los gestores públicos, ni a técnicos, ni tampoco a los ciudadanos.

Mezclamos, por un lado, un debate conceptual sobre si es pertinente echar el vehículo privado de algunas áreas de nuestras ciudades y, por el otro, el acierto o no de actuaciones concretas realizadas en este sentido.

Respecto a lo primero, la peatonalización  de áreas concretas de las ciudades es un proceso con muchas etapas ya transitadas. El coche ha iniciado un viaje, a mi juicio sin retorno, en el que le cederá progresivamente terreno a otros medios de transporte, a nuevas formas de organizar la movilidad, y muy especialmente al peatón. Los motivos son muchos y la mayoría de calado: salud pública, contaminación y cambio climático, congestión de la  ciudad, calidad de vida, espacio público. El etcétera, es muy largo. La particularidad de cada entorno impondrá en cada caso el cómo y el cuándo.

Dónde acometer los cambios, cuándo y de qué manera será evidentemente distinto debido a que los puntos de partida son también muy dispares. Ciudades de todo el planeta están planteando cómo pacificar sus centros. Pero la discusión es muy distinta si la tenemos en nuestras ciudades mediterráneas o en las mega ciudades basadas en un modelo segregado y expansivo anglosajón.

Gran Via de Madrid sin coches (Fuente)

Para ser realistas, no nos engañemos, tampoco es esta una discusión tan moderna que hayan puesto encima de la mesa gobiernos más o menos progresistas. Animo aquí a tirar de biblioteca y a releer a Jane Jacobs y Jan Gehl (Gehlpeople.com) que ya argumentaban al respecto en los 70.

Por lo que se refiere al coche en las ciudades, nos encontramos en el mismo punto mental en el que la ley antitabaco nos posicionó allá por 2011 cuando nos parecía imposible que no se pudiese fumar en los bares y discotecas, y la vida nos situará igualmente en el punto en el que nos encontramos hoy cuando (al menos a una mayoría) nos parece increíble que en un pasado no muy lejano se fumase en los restaurantes.

Que la transición no es fácil es una verdad incontestable. Lo que sí que necesita atención y debate es cada una de las actuaciones concretas que nuestros gobiernos decidan iniciar para limitar los espacios aptos para el vehículo privado. La exclusión del coche necesita de cambios mentales y de costumbres, de medidas en otros medios de transporte, de inversiones en el rediseño del espacio público y de renuncias personales.  Se necesitará generosidad y habrá molestias. A este nivel, todo el debate y todo el análisis, porque ni lo hecho hasta ahora es inmejorable, ni lo que se hará será infalible.

Pero, como decía al principio, no cuestionemos el qué todo el rato, cuestionemos el cómo. Por favor, no mezclemos.

Plaza peatonal en Times Square (Fuente)

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One Comment

  1. Guillermo Gallego says:

    Interesante artículo, cuyas conclusiones comparto y que abre una abanico enorme de otros debates que espero también compartir.

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