Ingeniería

El puente ¿estructura o escultura?

Seminario «Forma y estética en la obra pública». Barcelona, 09/12/2007

Mi respuesta directa al título de la sesión, el dilema hamletiano del puente, es: ¿Estructura?… si  ¿Escultura?… no … ¡ y tan ancho!

Aún resuelto el dilema me quedo intranquilo. La solución es elemental pero demasiado seca. ¿De ahí la intranquilidad?

¿Porque hago puentes? ¿Por la estructura o por la escultura?

Puente de Sant Ermengol, Coll de Nargó.  Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Puente de Sant Ermengol, Coll de Nargó.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

Hace poco oía la radio en el coche una canción de Jofre Bardagí que me sobrecogió, su título “jo faig cançons” (literalmente «yo hago canciones») me hizo pensar que hace más o menos 25 años que me dedico a hacer puentes, en mi caso la canción sería “jo faig ponts” (yo hago puentes). Tengo formación de ingeniero y llegué al puente a través de las necesidades de comunicación, de resolver los saltos con estructuras y del conocimiento que se necesita para realizarlos, pero, 25 años después, ¿Porque sigo haciendo puentes? ¿Por la estructura o por la escultura? ¿Qué es lo que me deja intranquilo diciendo que estructura… si, escultura… no? ¿Es posible que siga haciendo puentes por la escultura? Pero si, como he resuelto intraquilamente, un puente no es una escultura, ¿Qué pasa entonces?

El puente igual no es una escultura pero lo que sin duda tiene es valor escultórico. ¿Cuál es ese valor?

Pasarela de Sant Pere, Terrassa. Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Pasarela de Sant Pere, Terrassa.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

El puente es un objeto útil por definición pero se puede hacer de él una lectura como la de un cuadro: disposición de sus elementos, texturas, materiales, colores. Bueno o malo, siempre tendrá valor plástico o escultórico; ignorarlo es garantía de fracaso estético.

El puente es una construcción y en toda construcción hay una ley no escrita que dice que siempre que se construye algo aparece inmediatamente el problema de la belleza. La belleza es una idea, se puede analizar desde muchos puntos de vista pero es difícilmente argumentable, es tremendamente subjetiva. La mirada estética, la mirada con la que observamos la belleza, funciona como la infección de la malaria, cuando sufres la picadura del mosquito Anopheles y te la transmite siempre más verás (o vivirás) el mundo desde su punto de vista. La enfermedad puede tener periodos más o menos suaves pero siempre va contigo, siendo difícil separar estructura (necesidad) de escultura (belleza).

Si alguien da un par de vueltas a la idea del puente, a lo que es en esencia un puente, aparecen cuatro conceptos básicos:

  • El topológico: comunicación entre dos orillas, camino, unión entre dos puntos.
  • El reto y también topológico de salto: el camino se desarrolla en el vacío, el puente es un punto singular del camino.
  • El estructural: el puente para existir soporta fuerzas que tienden a disgregarlo. La estructura posibilita la unión, es necesaria, sin ella no existe ni unión ni puente.
  • El de artificio: el puente está pensado, es producto del conocimiento, está donde nuestra intuición nos dice que no tendría que haber nada, algún diablo lo ha puesto ahí.
Pasarela de la Amistat. Terrassa. Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Pasarela de la Amistat. Terrassa.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

Para hacer puentes se necesita cierta maestría, la sociedad profesional no deja que cualquiera se haga cargo de la construcción de un puente, por mucho título de ingeniero de caminos que ostente, se exige el conocimiento necesario de la estructura. A mi, como a muchos supongo, me costó lo mio que el resto de la profesión admitiera que era capaz de llevar adelante un puente. El dominio de la técnica y del conocimiento permite sacar mejor partido de los instrumentos que se tienen entre manos. Pero ¿qué relación tiene esto con la belleza del puente?

Creo que el interés de hoy está en la mirada estética. Hablaré de los elementos básicos de mi mirada estética.

Las circunstancias personales tienen peso en la manera de mirar: el bagaje profesional adquirido, la gente con quien has trabajado, lo que se aprende de la Historia de la Ingeniería o del Arte, los puentes vistos y analizados durante años, etc. Influye también la formación inicial como ingeniero de la administración participando en la construcción de redes de comunicación en situaciones presupuestarias muy precarias; para guinda provengo de una vieja estirpe de republicanos federales, de economistas liberales clásicos y también de socialistas, gente preocupada por la buena gestión de la “cosa pública”. En su conjunto todo esto me ha llevado a utilizar el rigor y la austeridad como guías básicas de actuación y son una parte no desdeñable de la mirada.

En el núcleo de todo proyecto se produce un intenso debate: traducir todo lo recogido en los pasos previos, aprovechando todo lo que se tiene a mano, en una construcción bella. No es el único problema, pero es un reto, un precioso reto.

Reconozco que no he atacado nunca un problema que no fuese real; sin los condicionantes previos, sin los pies forzados, no sé empezar a trabajar; igual me falla la imaginación pero no encuentro interés en plantearme entelequias que por definición son «cosas que se justifican por sí mismas».

Para encarar el reto de construir un puente bello me son de gran utilidad un conjunto de conceptos o reglas (la caja de herramientas del ingeniero):

  • Reglas de proporciones que guíen mi intuición estructural.
  • Reglas profesionales de buena práctica.
  • Conocimientos tecnológicos y constructivos.
  • Reglas de armonía y de modulación, de iteración, de yuxtaposición, de contraste, de contrapeso, de simetría y repetición, el control del centro, de proporción entre las partes.
  • Reglas de encaje en el entorno: tamaño, dimensiones; suavidad y continuidad; ruptura y contraste.
  • Reglas económicas.
  • Reglas de calidad en los detalles.
  • Reglas de composición. Tengo verdadera predilección por ésta última palabra pero ¿qué es lo que componemos?

La respuesta es clara y prolija: materiales, formas estructurales, formas funcionales, métricas y topológicas; líneas, longitudes, gruesos, profundidades, anchuras, redes, mallas, superficies, volúmenes, bloques, macizos, nudos, uniones, conexiones, nodos, y junto a ellas conceptos fisicos: masas, pesos, fuerzas, presiones, características mecánicas, resistencias, deformabilidades, oscilaciones, etc.

Los elementos estéticamente primordiales de un puente son la forma y la relación con su entorno. La pregunta primigenia es: ¿todas las formas son eficaces como estructura? La respuesta es un rotundo no.

También tiene respuesta negativa la pregunta: ¿Dada una “buena forma” o forma estructuralmente eficaz, es válida en todas partes?

El impacto de ambas respuestas negativas es considerable: Empezamos a tener nuestro campo de actuación bastante acotado. ¿Cómo cuán acotado?

Palanca de Daió. Queralbs. Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Palanca de Daió. Queralbs.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

Si nos limitamos al dominio plano y lineal, el más común, no está de más realzar que sólo utilizamos 6 formas estructurales básicas, estas son:

  • Catenaria
  • Arco
  • Viga
  • Voladizo
  • Biela
  • Tirante

Estas formas estructurales las podemos encontrar en un puente tanto global como localmente: En una celosía sabremos reconocer bielas y tirantes, en una viga de canto variable intradoses en arco, en una viga de hormigón armado un arco de descarga interno, en un trazado de pretensado una alternancia de catenarias, arcos y tirantes, en una sección transversal voladizos y vigas y así un largo, larguísimo, etcétera.

Después de la corta excursión por las formas estructurales estoy en condiciones de señalar otro de los rasgos característicos de mi manera de mirar y de concebir las estructuras es el uso generalizado de la composición con las 6 formas estructurales “canónicas”.

Para mí una construcción es honesta cuando está formada por una combinación no absurda de las 6 formas estructurales básicas. He añadido el “no absurda” porque desde hace un tiempo a esta parte he visto por éstos mundos de dios unas cuantas soluciones que aún siendo muy aparentes e intentar tener forma de puente, lo que generan, al menos en mí, es perplejidad por su inoperancia como sistemas estructurales. Ya se que en muchos casos en las pasarelas, más alegres, se pueden apurar las formas pero pienso que nunca es lícito forzarlas contra ellas mismas usándolas para lo que evidentemente no sirven por efectista que sea la imagen. Ejemplos: ¿Un pilono sin cable de retenida? ¿Un arco cargado exclusivamente en clave? ¿Directrices rotas con brutales empujes al vacío? ¿Arcos que se cruzan? …

Junto a la “no absurdidad” o la ”honestidad”, apretando algo más la clavija del rigor y de la austeridad, habitualmente añado también la claridad y la sencillez. El procedimiento compositivo me recuerda la famosa Navaja de Ockham, un principio de economía teórica establecido en el siglo XIV que se aplica a los sistemas filosóficos y científicos pero que también se puede aplicar a los sistemas estructurales, dice: “en igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta”. En versión original: «pluralitas non est ponenda sine necesitate”, también se le conoce como el “principio de la pluralidad innecesaria”. A parte de ser uno de los fundamentos teóricos del ateísmo (a William de Ockham no lo quemaron de milagro) es una excelente recomendación para no complicarse la vida infructuosamente. En nuestro caso, el de los puentes, la estrategia utilizada es la de huir de los caminos laberínticos en el transporte de las cargas a los cimientos, cuanto más claros y directos sean, mejor.

Las consecuencias del método y de las decisiones establecidas hasta el momento son drásticas, nos sitúan en un contexto espartano; seguimos teniendo delante nuestro reto: ¿Cómo construir un puente bello? pero nos hemos autolimitado, hemos tirado por la borda la arbitrariedad formal. El encaje de la forma estructural en el sitio es la aventura; cuando se decide el destino del viaje, la forma básica, su lógica se impone desgranándose hasta los detalles sin admitir gestos forzados. Hay que decir que, aunque raramente ocurre, a veces el proceso es el contrario: El detalle genera la forma global.

Las decisiones tienen un componente ético, económico y cultural. Cualquier estructura por bajo que sea su presupuesto puede tener encanto. Son decisiones estéticas, el objetivo estético es seducir, emocionar, provocar una sonrisa cómplice e inteligente, un rumor, como el viento pasando entre los árboles. ¡Claro que pueden ser impactantes visualmente! Pero no es la condición necesaria, ni lo que se busca a marchas forzadas y, más de una vez, por múltiples razones, hay que huir de la búsqueda del impacto como de la peste. ¿Cuántas veces no hemos visto soluciones vistosas simplemente fuera de lugar, o fuera de escala?

El encanto del puente o de la pasarela reside en encontrar, en interpretar, la magia de lugar (el famoso “genius locci”), en crear el sitio, en transformar el paisaje previo enriqueciéndolo, localizándolo, en construir un lugar dónde las dimensiones, las vistas, las relaciones con los elementos sean amigables, cómodas y placenteras. En adaptar ¿o es adoptar? la forma estructural que conviene al sitio. Aquí es dónde creo reside la belleza.

Puentes del Palomar, Barcelona. Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Puentes del Palomar, Barcelona.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

Acabaré comentando brevemente el tercer pié en el que se apoya la estética de un puente (forma y entorno a parte): La calidad de los elementos de proximidad, los detalles: barandillas, pavimentos, pretiles, impostas, molduras, alumbrado, equipamientos, mobiliario, señalización, uniones, texturas, colores. Es evidente que cuanto mejor resueltos estén y más calidad tengan, la estancia del usuario será más agradable. Dicho esto, es preciso decir también que con elementos estándar industrializados o de fabricación sencilla se obtienen resultados más que notables si se articulan con gusto. Como siempre el punto clave está en conseguir la armonía entre las partes y la totalidad; una yuxtaposición mecánica (propia de un belén) de mármoles de primerísima calidad, luminarias de diseño avanzado y barandillas de acero inoxidable no tiene porqué, ni mucho menos, resultar exitosa.

A veces dudo si la metodología es excesivamente “castrante” pero tengo claro que es una excelente guía cuando estoy ante una estructura en la que no hay pretensiones de convenirla en un “icono territorial”, bajo encargo de un ayuntamiento mediano o pequeño y con un presupuesto previo que se sitúa notablemente bajo el mínimo necesario. Cuando los recursos no son escasos la tentación de forzar la máquina es grande pero sigo pensando que el carácter expresivo del puente no tiene que entrar nunca en conflicto con la lógica estructural ni con la escala del lugar. Estoy lejos de tener como único objetivo el expresionismo formal, en algunos casos aparece sin dificultades, en otros, pienso que es francamente contraproducente.

Es evidente que me alineo con la tradición de la ingeniería clásica, que me siento en el gran río de la historia de la construcción, desarrollando mis conocimientos, haciendo de artesano de la forma estructural, transmitiendo estos contenidos a la solución de situaciones de falta de accesibilidad, de mejora de las comunicaciones, de precariedad.

Ya sé que actualmente al reivindicar cierto rigor y austeridad me sitúo fuera de la onda expansiva de la moda. A medianos de los años 80 un grupo de rock gallego, «Golpes bajos”, cantaba una canción llamada “malos tiempos para la lírica”. En contraposición al minimalismo bauhausiano hoy impera el maximalismo, definitivamente son malos tiempos para a la lírica; el péndulo está en el barroco. Hace 30 años el canon estético era diferente, aún recuerdo a José Antonio Fernández Ordóñez (JAFO) clamando por la “máquina universal de zarandear puentes que les hiciese caer todos los postizos”, ahora el propio puente puede ser un postizo.

Con el menosprecio por la lírica toma fuerza ¡y como! la retórica; el maximalismo es espectáculo de masas, es mediático por definición, se proyectan imágenes como si estuviésemos en el cine o en un teatro de sombras chinescas, se hace propaganda. Las emociones se obtienen del impacto visual; muchas veces, desde mi punto de vista, apabullando al espectador dejándolo sin capacidad de reacción.

Podría extenderme en criticar los problemas funcionales y económicos y del vacío de contenidos que muy a menudo llevan asociadas las propuestas estéticas actualmente dominantes, pero no me detendré a hacerlo, prefiero terminar con mi artículo.

Creo que la belleza está íntimamente ligada a saber transmitir al puente la amalgama de conceptos que he ido mencionando, permitiendo que cualquier persona lo sepa leer sin que se tenga que poner gafas, graduadas o de sol.

Pasarela de Fontetes, Cerdanyola del Vallès. Fuente: Enginyeria Reventós, SL.

Pasarela de Fontetes, Cerdanyola del Vallès.
Fuente: Enginyeria Reventos SL.

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2 Comments

  1. Carlos M. Bohorquez C. says:

    Muy interesante su artículo, acudiendo a su conocimiento en el diseño arquitectónico de un puente, me podría aclarar la duda si los puentes como tal tienen fachadas, sería correcto al referirnos a la parte lateral derecha de un puente como la fachada orientel, por ejemplo?

  2. manuel reventós says:

    El nombre preciso al «lateral» que dices es ALZADO. La fachada tiene un componente de cerramiento (del edificio) que los puentes en general no tienen, están abiertos a todos los vientos. El puente, a diferencia de los edificios, tiene además más vistas que éstos, particularmente la inferior imposible en un edificio lo que permite una percepción volumétrica más integral de la pieza.

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